Hay historias que revolotean a nuestro alrededor, como motas de polvo suspendidas en el aire, deseosas de existir. Y, de pronto, una de ellas te elige y comienza a lanzar destellos para llamar tu atención. Y ya no descansará hasta que tú -sí, precisamente tú- repares en ella y, narrándola, reveles su existencia. Pues bien. Eso me ocurrió a mí con Constantin.
Vino un verano en las serranías del sur, entre el polvo y el calor. Recuerdo que andaba sediento y magullado, tratando de dar con un camino que me llevara al cauce del río y así poder poner fin a una larguísima jornada de montaña. Entonces me topé con él. Se llamaba Constantin y apenas intercambiamos un par de palabras. Sin embargo, días después seguía allí, en mi cabeza, pidiéndome nacer. Era la historia de Constantin. Mi historia.
La vida de Constantin s [Ver más...]altó por los aires el día en el que las autoridades de la ciudad de Alba Iulia, Transilvania, decidieron cerrar la orquesta en la que tocaba el clarinete. Y Constantin se convirtió en un inmigrante rumano. La historia sigue sus pasos a lo largo de una década (de abril de 1997 a abril de 2007) y cuenta las peripecias que hubo de protagonizar para poder sobrevivir sin perder la dignidad.
Nuestra historia -la de Constantin, la que yo he narrado- es una historia de amor. De amor a la música y a su poder sanador. De amor a las ciudades y al camino que nos lleva de uno a otro lugar -pasaremos por Múnich, Pisa y Barcelona y navegaremos por el Mediterráneo-. De amor cargado de pólvora contra los bien pensantes y los hipócritas. Y, por encima de todo, es una historia de amor hacia la libertad y el valor que se necesita para ser libres.
Con todos ustedes: ¡CONSTANTIN! [Ver menos]
Álvaro Salazar (Balmaseda, 1959). Ha trabajado en el ámbito de la tecnología y la innovación en diversas organizaciones y es montañero de vocación. Siempre le gustó leer, escribir, la música, el cine, subir al monte, la cerveza... y algunas cosas más. Y como le gusta escribir, escribe. Y eso que le cuesta bastante. También le cuesta asumir lo que escribe, aunque casi siempre termina por hacerlo. Y no solo eso. Encima, va y lo pública. ¡A positivar!, se dice como un Ed Wood cualquiera. Ha publicado tres novelas: "Si viéramos con los ojos" (2010), "Nadie, Nunca, Nada" (2011) y "Constantin" (2017). También ha publicado varios relatos en revistas digitales y mantiene un blog titulado "Escribes o trabajas".